La soledad y el delirio son mis (no)problemas.

Hoy terminé un día más.
Hoy me desligo de un capitulo
para tomar mi pluma y escribir en otra página,
con otra tinta, en otro cuaderno, pergamino, papel.
Hoy me despoje de mis temores
(harapos sucios que no lucen bien)
esquivé algunas vergüenzas,
y de manera indirecta declaré
todo aquello que con tanto recelo
mantuve bajo mil llaves.
“No debo hacerlo”
me decía a cada paso que daba,
cada vez más cerca, cada
vez más intimidada.

“Me gusta aquel ser que acaba de entrar”
Le dije con una sonrisa en la boca,
Ella sonrió y me dijo “yo si los veo juntos”.
Emoción y felicidad sentí,
digo, más vergüenza que emoción,
para ser sincera, ilusión del momento.
“ese deseo imposible si podía funcionar”, pensé.
Bueno, y ¿quién lo sabe?, ni yo estoy muy segura.

Las ambigüedades de mi vida ya se acostumbraron
a dormir conmigo, yo por mi parte les doy cobijo,
pero no las acepto del todo, no del todo.

Sí, hoy día abrí los ojos,
y me percaté que hay un ser dentro de mí
que está a punto de estallar de alegría,
y yo, pacientemente, espero que se rebele
para volverla a encarcelar, le expliqué
que no le hacía bien la vida, no a nosotras.

La conclusión fue
“me tengo que hacer ver por un psiquiatra”
mi padre por su lado estuvo de acuerdo.
Mientras yo bailaba entre remedios, fármacos,
colonias, antibióticos, pañales,
unos anticonceptivos, recuerdo,
y gente simpática que atendía el mostrador.

Luego me dediqué a cantar una canción
con devoción y una mandíbula descarrilada,
con un nudo en la garganta
que a ratos me hacía tartamudear,
sin embargo, me embriagó el sonido,
me deje llevar…
Así terminó mí día,
así terminan la mayoría de las cosas en mí vida.
Con una linda canción para entonar,
así, reiterativo, siempre es lo mismo.