uno de esos días extraños


Fue hoy uno de esos días extraños, una madrugada que comenzó con un suspiro en mano, y una mirada dormida hacia el ser querido. Una preocupación de por medio y un enojo tal vez que manejó la impulsividad de su carácter lo mejor que pudo. Y en la mañana cuando las aves cantaban, esos ojos con deseos de llorar soltaron la anhelada lágrima, sí una lagrima de no sé qué. Una lagrima de pensar que pudo ser de otra forma, que pudieron ser otras palabras, y pudo ser otra la despedida. Un rostro que miraba al horizonte sin encontrarlo de la manera que esperaba, pero que, sin embargo, no se quejó en ningún momento, es más esperó que todo se deshiciera en el interior, para evitar esos problemas que surgen sin que nadie los llame, prenden fuego y olvidan apagarlo. Sí, pensó, así fue mejor, evitar toda complicación. Y de repente cuando focalizó, un columpio la esperaba de su lado, para brindarle momentos y sensaciones que ya había olvidado. Una flexión de rodillas, un pequeño impulso, el viento en la cara, el vaivén del cuerpo y una mente despejada de cualquier desasosiego. Quizás era hoy el día de respirar hondo, suspirar, de mirar el cielo, de hablar con ese sol infinito que la cobijaba a momentos, que le trajo una sensación cálida que iba sujetando la mano del alivio, alivio de saber que el descontrol no se había producido, que la depresión dejó una nota en el bolsillo que decía "no creo que vuelva en mucho tiempo más", de sonreír gratamente por el azul del cielo con smog, de dejar de pensar en "lo que podría pasar", de dejarse llevar por las emociones y la cordura nueva en su actuar, sentir orgullo quizás porque el cambio se había efectuado de manera exitosa, sin complicación alguna (como diría su interior), de disfrutar lo que hace tiempo no se detenía a mirar.


(notas de una tarde en un bello lugar)

Comentarios

Entradas populares