Se sentó, comenzó a peinarse el cabello con las manos, por mientras se perdía en un punto fijo, tratando de asumir, aceptando lo que vendría, esperó que el punto se difuminara, como siempre sucedía antes de esos momentos…se sentó frente a ese gran espejo antiguo de la recepción, y esperó.

-¡Estúpida!
-No me insultes querida, que yo no lo he hecho contigo.
-No peleen, no pierdan su tiempo.
-¡Oigan, tranquilas! Si algún día lo iban a saber…
-¡Qué ilusa eres! ¿Que acaso no te das cuenta que la gente normal no sabe aceptar la realidad, por más que esté al frente de sus ojos?
-No seas idiota, nada sacas con explicarle a ella las cosas de la vida. Además los tipos sólo tuvieron que hablar con Matilda para descifrar el juego.
-Habíamos hecho un pacto, ¡y tú lo quebraste!
-¡A claro! ahora yo tengo la culpa de contar lo que en verdad pasa en mi vida.
-¡En nuestra vida! ¡NUESTRA!
-Da lo mismo eso ahora, lo que debemos hacer es esperar.
-¿esperar qué? ¡¿Cuánto tiempo más debemos esperar?!
-¿esperar que nos encierren de por vida? ¿Eso es a lo que te refieres?, ¡Contesta!, no te crees la más inteligente de todas, la que puede hacerse cargo de las situaciones sin tener que estallar como nosotras, ¿haber? responde ahora, si es que puedes decir algo más.
-Yo digo que debemos conformarnos, y seguir habitando aquí, seguir conviviendo, como siempre lo hemos hecho.
-Mejor, nos suicidamos, ¡con una pistola en la boca! ¡Siempre he soñado con eso!
-¡claro! ¡Y de dónde sacamos una pistola! Mejor piensen bien, yo digo que nos quedemos acá, no vamos a perder nada, armemos un plan mejor para poder disimular una nueva normalidad.
-¡NO! ¡¿Por qué siempre debemos escucharte y hacerte caso?! ¡Además la única cínica aquí eres tú!
-¡Cállense trío de idiotas! Tú deja de llorar, y ustedes ¡dejen de pelear! Si no quieren seguir aumentando su estadía aquí, aprendamos a convivir.
¡Chh!…
¡Cuidado, cállense y disimulen!, disimulen como solemos hacerlo, que viene la enfermera.

La jeringa impactó el brazo derecho sin previo aviso, la dosis de tranquilizantes fue extrema, sin embargo, su cuerpo resistió.
La enfermera la tomó por el brazo y la llevó al cuarto principal, la acomodó en una cama, y en la mesita de noche anotó unos datos en la ficha médica. Ella seguía mirando el vacío, se puso más pálida de lo normal. La enfermera se fue. Una joven en la cama continua la miraba desde que entró al cuarto, se acercó a ella y le dijo: ¡Bienvenida!
Ella sólo la escuchó, no la miró, no acostumbraba a mirar a la gente, no sabía cómo mirar a los ojos. Su ficha médica apuntó su diagnostico: síndrome de personalidad múltiple.
Afuera del cuarto, un letrero informaba: acceso sólo personal autorizado. El Peral.

Comentarios

EzGirl ha dicho que…
Uh, pensé que la única que pensaba en El peral era yo.

besito
Franz ha dicho que…
Molto bello il tuo blog...
Complimenti

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