nube y ameba

Alguna vez en la vida quisiera poder sentir la realidad. Este letargo inmenso me tiene las piernas entumecidas. Generalmente nado, divago en mundos que desconozco. No logro adaptarme a algo. Siempre voy transmutando en diferentes conceptos, en diferentes canciones. Nada me detiene, porque las calles son bastante anchas, y nadie me habla, porque nadie logra verme. En los ojos ajenos, yo soy transparente. Realmente este estado de ameba humedece mi consciencia, la mantiene agónica, neutra. Ya no tengo ojos, y si los tengo, no logro divisar cuál es la línea entre la cordura y cuál la de la demencia. Sigo deambulando por subterráneos que me ciegan con dedos gruesos y grasientos. Pierdo el aliento en todas las noches de desvelo, cuando me quedo pensando si acaso existo o me pudro. No me reconozco ni me siento real. Por ello tiendo siempre a divagar por las nubes de la infinita resonancia. Por mi melodiosa soledad. Por aquella descascarada nostalgia que en un primer respiro fue realidad.

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