Carta a un milico muerto

No me mires a los ojos, no te creo. La bilis me impide digerir tu aspecto de macho alfa. No tolero tu olor a testosterona moribunda. Eres un pedazo de mierda de una mosca que come mierda de otro ser. Y no entiendo cómo sigues comiendo, cómo sigues respirando, cómo sigues hablando sin avergonzarte de ti mismo. Yo me avergüenzo de haber caído a tu lado, de haber besado unos labios con sabor a milico cobarde, que no mata ni al perro de la esquina, pero que se jacta de su patriotismo.
En qué grado de imbecilidad habré caído para aceptarte en mi vida, qué clase de intestino tendré para haberte masticado por casi dos años. Cómo me habré destruido desde el útero al entregarte mi desangrado órgano palpitante en bandeja de oro. No soporto la idea de haberme perdido de mí misma, de dejar que me empaparas con tu ducha de mierda, aceptando tu cara de dalai lama.
El absurdo en que me encuentro representa mejor mis entrañas que la vida que desperdicié contigo. No te deseo mal pero ojalá que la vida te vuelva a vomitar en la cara todo aquello que me entregaste.



Yo, por el momento, me acomodo en la soledad de mi inconsciente. Me siento a verte desaparecer como un zombie en la oscuridad de mis memorias. En todo caso, sabes dónde encontrarme, acá sigo, en el abismo de la locura, sentada, meditando sobre la inmortalidad de mis delirios. Sentada seguiré esperando a que pase el tren sobre mis sesos, solo así lograré iluminarme.
¡Muchas gracias por nada!

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
zaaaaaa ooonda!

Entradas populares